Cubren buena aparte de la fachada y afean el edificio desde mayo de 2007, cuando se desprendió mampostería. Desde entonces el Ministerio de Cultura de la Nación promete una restauración que nunca llega.
Llevan tanto tiempo en la esquina de Córdoba y Libertad, que ya son parte del paisaje. Tal es así que el propio teatro los usa como si fueran una marquesina, para anunciar las obras en cartel. Desde mayo de 2007 toda la fachada del Teatro Nacional Cervantes, el segundo en importancia detrás del Colón, está oculta detrás de andamios que se colocaron luego de un desprendimiento de mampostería. Pese a las promesas para restaurarlo, por dentro y por fuera, las obras no avanzaron y nadie puede decir cuándo quitarán los andamios.
Esta estructura metálica no solo desluce la impresionante fachada del edificio, sino que además complica el paso de los peatones e interfieren en una parada de colectivos, la del 26, que nunca fue corrida.
Llevan tanto tiempo en la esquina de Córdoba y Libertad que ya son parte del paisaje. Tanto es así que el propio Teatro los usa como si fueran una marquesina, para anunciar las obras en cartel. Desde mayo de 2007, toda la fachada del Teatro Nacional Cervantes, el segundo en importancia detrás del Colón, está oculta detrás de andamios que se colocaron luego de un desprendimiento de mampostería. Pese a las promesas para restaurarlo, por dentro y por fuera, las obras no avanzaron y nadie puede decir cuándo quitarán la estructura.
Este andamio metálico no solo desluce la impresionante fachada del edificio, sino que además complica el paso de los peatones e interfieren en una parada de colectivos, la del 26, que nunca fue corrida.
El Cervantes depende del Ministerio de Cultura de la Nación. A través de un pedido de informes, el director del Teatro, Rubens Correa, admitió que el retiro de los andamios depende de los trabajos de restauración, que no tienen fecha ni plazo: “El año pasado, a través del Ministerio de Planificación Federal, se realizó un llamado a licitación. Pero el resultado de esta licitación fue negativo, ya que hubo un único oferente y por un monto que superaba con creces el presupuesto disponible para dichos trabajos”, detalló Correa. Y el mismo funcionario amplió que Planificación “está trabajando en el replanteo de la situación, a fin de realizar un nuevo llamado a licitación”.
El pedido de informe –realizado conforme al decreto 1172/03, de Acceso a la Información Pública– fue realizado por el abogado Ricardo Monner Sans, quien tiene oficinas cerca del Teatro. Monner Sans escribió a la ministra del área, Teresa Parodi, denunciando la interferencia que genera el andamio, pero también rememorando su historia familiar: su padre, José María Monner Sans, estrenó allí Islas Orcadas, una obra que escribió junto a Román Gómez Masía. “Por qué pervive un andamiaje que, a la par de afear un frente de jerarquía, implica una lesión para los transeúntes”, preguntó Monner Sans.
Correa explicó que en 2012 se encargaron trabajos tendientes a evaluar “el estado del edificio y las tareas a encarar para su puesta en valor”. Desde Cultura no informaron en qué estado se encuentran las obras de puesta en valor.
El edificio fue inaugurado en 1921 con la obra La dama boba y es una de las joyas arquitectónicas de la Ciudad, junto con el Colón, los palacios Anchorena, Alzaga Unzué, Ortiz Basualdo y el de Aguas, entre muchos otros. Dos famosos actores españoles tuvieron que ver con su creación: María Guerrero y Fernando Díaz de Mendoza. Según crónicas de la época, ambos comprometieron hasta su fortuna para financiar la obra; incluso el Rey Alfonso XIII colaboró en su construcción. Como sucedía en aquellas épocas, las partes del edificio llegaban en barco: los azulejos, de Valencia; las locetas rojas del piso, de Tarragona; las puertas de los palcos, de Ronda; butacas, espejos, bancos, rejas, herrajes y azulejos, de Sevilla; lámparas y faroles, de Lucena; y la pintura para el techo, de Barcelona.
La fachada es de Estilo Plateresco y está inspirada en la de la Universidad de Alcalá de Henares, ciudad natal de Miguel de Cervantes Saavedra. Y a lo largo de su historia debió afrontar grandes crisis: sólo cinco años después de su inauguración casi termina en un remate, ya que Guerrero y Díaz de Mendoza no pudieron afrontar su mantenimiento. El presidente Marcelo T. de Alvear (1922-1928) nacionalizó sus deudas y lo salvó. En 1961 un incendio devoró gran parte de las instalaciones –incluso el telón, confeccionado en Madrid– y las obras de reconstrucción demandaron siete años. Al menos, el Teatro se modernizó y anexó un edificio sobre avenida Córdoba. Allí se instalaron las funciones propias de la operación del teatro, como los talleres de carpintería, de escenografía, costura y decorados, entre otras cosas.
En los 90, los conflictos políticos y gremiales lo tuvieron funcionando en medio de protestas, paros y denuncias. Hasta que en 2007 Nación prometió recuperarlo: avanzaron algunas pocas obras, pero no las suficientes como para devolverle su antiguo brillo. Justamente fue en mayo de ese año cuando se instaló el andamio, debido a que se habían constatado algunos desprendimientos de su fachada. Es el único Teatro que depende del Gobierno nacional.
Silvia Gómez / Clarin.com
jueves, 23 de abril de 2015
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